viernes, 17 de abril de 2015

jueves, 19 de marzo de 2015

martes, 25 de mayo de 2010

Recapitulando

Esta bitácora resume una ruta de aprendizaje a partir de un acto incontrolado. Supuso el planteamiento de un proyecto con objetivos esbozados. El desarrollo metodológico correspondió a las condiciones atmosféricas, a mi me correspondió responder a las problemáticas específicas.

Al reconocer el carácter liberador del proyecto, asumo la posibilidad de que en el futuro, dicte algún género de enseñanza.

Este ejercicio de reflexión se llevó a cabo gracias a las iluminadoras clases de la Dra. Alejandra Ferreiro, sin su rigor y paciencia hubiera sido imposible.
Gracias maestra, por esta experiencia inolvidable.

César Palomino

lunes, 24 de mayo de 2010

09 Galería

Una decisión final consistió en generar productos, en esta sección incluyo una liga para apreciar las fotografías en sus versiones finales, las cuales están impresas en pequeños formatos, debido a la limitación de tamaño que imponían las tomas originales.

Galería: http://galeriacesarpalomino.daportfolio.com/

08 Llegada a puerto

No se sabe fotografiar cielos, se aprende en el camino.

A pesar de la inestabilidad de mi teléfono-cámara, empecé a comprender cómo se comportaba. Entendí su particular sensibilidad y su velocidad de reacción. Aquel margen de incertidumbre se desvanecía. La predictibilidad aumentó. La diversión disminuyó.





Debido a la escasa capacidad de mi teléfono y a mi curiosidad, rutinariamente descargaba las imágenes que había tomado. Las observaba detenidamente e iban surgiendo favoritas de entre múltiples tomas fallidas, borrosas, excesivamente movidas o sobreexpuetas. Sobre todo lamentaba algun cielo que había dejado pasar.


Al final comprendí que me estaba reconciliando con mi medio, fotografiar el firmamento había resultado liberador, ha sido un proyecto ingenuo y gratificante. Gracias al cielo.

07 Llegó la noche

La noche siempre fue un problema. La escasa capacidad del lente del teléfono-cámara impedía registrar el cielo nocturno. La luna resultaba un recurso útil, salvo que no pensaba fotografiarla ya que la consideraba un elemento en sí mismo. Sin embargo, la luna como fuente de luz resultó útil una noche de cúmulos.



Así mismo descubrí que en los minutos anteriores o posteriores a la puesta del sol, era posible fotografiar, incluso con algo de luz artificial.
Tengo que reconocer que a estas alturas, siete meses después, la actividad empezaba a convertirse en compulsión, ya contaba con más de 500 imágenes y empezó a perder espontaneidad, se había convertido en una actividad rutinaria. Me di cuenta que debía parar cuando me sorprendí buscándome el teléfono sin siquiera haber mirado al cielo.









06 El juego se expande

Empieza la diversión.
Los elementos contextuales se conviertían en una tentación. Manejaba sobre periférico hacia Chapultepec, a la altura de Tacubaya me enfrento con un sutil manto de matices y tonos, ya diestro en el arte de conducir y fotografiar a la vez, me disponía a disparar cuando aparece una inmensa bola, disparé y la esfera ocupó el centro de la composición.




En un primer momento pensé en descartar la imagen, lamentaba la “boludez” de quien la situó ahí, interrumpiendo mi bóveda celeste. Nunca me había topado con semejantes “obstáculos” (edificios que impedían la toma, copas de árboles o luminarias segregadas en el encuadre), esta pelota se incluía, era una invitación al juego, habría que flexibilizarse y permitir al entorno participar, claro, siempre de ladito.








05 Tormenta

El fenómeno se repetió otra vez: situado en lo alto, sentí un cambio en la temperatura, la luz se ocultó; teléfono en mano aprecié nubarrones a la distancia, los fotografié de acuerdo a la costumbre y en la pantalla apareció la siguiente imagen:



Se trataba de una tormenta, detenidamente volví a observar el horizonte y ahí estaba la tempestad, aislada en la inmensidad nublada, la amplitud de la visión me había impedido precisar el fenómeno particular.

Era una invitación a ver, a reconocer detalles y calidades en mi materia de observación. Quizá no bastaba con sólo inclinar la cámara, habría que encuadrar atendiendo elementos, formas ahí presentes, en el cielo.




04 ¿Paisajes?

El método planeado para el proyecto poco a poco comenzó a operar, había días en que ni me acordaba del cielo, hasta que un horizonte nublado volvió a atrapar mi atención. Una tarde, en la terraza del noveno piso de la torre del CENART, tomé esta foto:


Me hizo pensar en el concepto paisaje, ¿estaba fotografiando paisajes?, entendiendo el género como el registro, generalmente panorámico, de exteriores, el entorno casi siempre es fundamental, ya sean montañas nevadas, bosque, selva o mar; también existen paisajes urbanos, descriptivos de entornos arquitectónicos; en casi todos estos tipos de paisaje el cielo es un elemento presente, conforma, equilibra, dimensiona, da escala, aporta contraste, es fuente de luz, contrapesa la masa terrestre, pero casi nunca es el protagonista exclusivo. La mayoría de las veces es el gran telón de fondo de la representación natural o humana.




Fotografiar el cielo implicaba inclinar la cámara algunos grados más para librar el entorno. Decidí continuar, tratando de considerar los entornos de manera contextual, el horizonte, los edificios, los árboles o el camino serán el marco (referencial) de la representación celestial.

03 Máquina estenopeica

¿Por qué con mi teléfono celular?

Primero porque pretendía que fuera una actividad plenamente inmersa en mi vida cotidiana. No quize utilizar una cámara convencional porque le restaría espontaneidad al proceso, se trataba de voltear al cielo durante mis traslados, en un receso de trabajo o bien al acercarme a cerrar una ventana; en mi experiencia una cámara al cuello me condiciona a la acción, genera una expectativa permanente y lo que buscaba era dejarme sorprender por el firmamento. Trataba que las condiciones me invitaran, percibirlas y no buscarlas.


Hay otra razón: me fascinó la independencia de la maquina en las imágenes detonadoras, la divergencia entre lo que vi y lo que se registró, el escaso control que se tiene sobre la imagen digital capturada por un teléfono socava la predictibilidad asociada con el medio, identifiqué un espacio de incertidumbre difícil de controlar, se trata de un sensor tan pequeño que las diminutas celdas fotosensibles responden en cierta medida al azar.

En mi actividad profesional (registro fotográfico minucioso de obras artísticas), la precisión y la fidelidad son el nombre del juego. Controlo la disposición, calidad e intensidad de la luz, fijo la posición de la cámara de acuerdo a un estricto encuadre, restrinjo al mínimo el margen de error mediante acuciosas técnicas multi-probadas. Se gana mucho en predicción acotando al máximo la sorpresa.
Siempre me atrajo la impredictibilidad de la fotografía estenopeica (http://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A1mara_estenopeica). Descubrí que fotografiar con un celular tiene algo de este proceso, salvo por los tiempos de exposición que en el caso de las cámaras pinhole es muy variable y puede llegar a ser prolongado, el resultado obtenido con un celular es impreciso e impredecible.






02 Visibilidad nula

En la entrada anterior mencioné que había realizado dos disparos con mi teléfono-cámara, aquí esta la segunda toma.






Una vez revisadas las imágenes ya en la computadora comprobé que las fotos tenian una fuerza peculiar. En ese primer momento de análisis, lo que atrapa mi atención fueron los elementos que apuntalaban ambas imágenes: el cielo, las nubes y la luz.

Como habitante de una de las ciudades más contaminadas del mundo, acostumbrado a respirar un aire que escasamente cumple con las normas aceptables, estaba habituado a la escasa visibilidad y al carácter enrarecido de la luz.

Me pregunto si valdría la pena extender la experiencia e intentar más registros, explorar en imágenes el cielo de la Ciudad de México. Decidí llevarlo a cabo, a la par de mi cotidianidad, definí a grosso modo que el proyecto consistirá en fotografiar el cielo metropolitano, en cualquier lugar y a cualquier hora, siempre con mi teléfono celular. También decidí que las imágenes únicamente llevarán por título la fecha y hora de la toma.




martes, 18 de mayo de 2010

15 / 08 / 2009. 18:08

Manejaba por el puente elevado que conecta la avenida Oceanía con Francisco del Paso, al salir de la curva me sorprendió un destello. El sol se precipitaba al crepúsculo, iluminaba el horizonte mediante haces de luz que se filtraban a través de una horadación en el cielo.


Mientras mi cerebro compensaba las condiciones lumínicas, tomé mi teléfono celular, lo puse en modo de cámara, disminuí la velocidad y disparé en dos ocasiones a través del parabrisas de mi vehículo: el camino estaba libre.


Ya con la visión adaptada el efecto perturbador se desvaneció, casi simultáneamente revisé las imágenes recién tomadas y el resultado me sorprendió. Las imágenes electrónicas distaban de la imagen mental, todavía latente. Descubrí en la pantalla del teléfono una imagen que si bien sintetizaba la escena vivida unos segundos antes, al mostrarse abstraída del entorno, potenciaba sus elementos. Supe que estaba frente a una imagen diferente.